miércoles, 2 de diciembre de 2015

Caso Infraiber: ninguna corrupción es tolerable cuando lo que se roban es el presupuesto público

 
La corrupción es un cáncer social que anida en las oficinas donde se manejan los destinos del presupuesto público, desde donde despachan personajes sin escrúpulos, cuyas ambiciones ha quedado demostrado una y otra vez, no tienen límites.

Acostumbrados a la buena vida, la buena comida y bebida, el contar con un vehículo a la puerta de su oficina con chofer incluido, los funcionarios públicos de todos los partidos han encontrado en los negocios turbios, una forma de acceder a gustos que de otra forma no podrían darse.

Para esos negocios que les dan la posibilidad de vivir como jeques árabes, los funcionarios recurren a terceros, a compadres, amigos, cómplices, sin importarle crear de la noche a la mañana una empresa para otorgarle los contratos que si se licitan, irían a parar a manos que no les devolverían el favor.

En la Red es Nuestra estamos decididos a exponer los actos de corrupción grande y pequeños, no somos como ese sector de la prensa que cierra los ojos ante unos casos si esos personajes o empresarios corruptos le garantizan información contra otros corruptos.

¿Desde cuándo hay corrupción buena y corrupción mala? ¿Desde cuándo la corrupción menor es tolerable? Por eso tenemos que hablar de OHL pero también de Infraiber, empresa que se quiere hacer la víctima cuando no es sino parte del engranaje corrupto y corruptor del sistema.

La pieza clave en el asunto de Infraiber, es el hoy secretario de Comunicaciones y Transportes (SCT) federal, Gerardo Ruiz Esparza, quien ejercía el mismo cargo en el gobierno del Estado de México cuando se autorizó a la empresa del empresario Pedro Topete, un contrato sin licitación de por medio, esto en marzo de 2011.

Cuando Ruiz Esparza dejó el cargo (en septiembre de 2011), para irse al gobierno federal que encabezaría Enrique Peña Nieto, dejó autorizado el citado contrato por el monitoreo del tráfico vehicular en las autopistas mexiquenses, a una empresa que fue creada tres meses antes de la firma del convenio; una empresa que no contaba con experiencia en ese trabajo, y a la que se le otorgaban todos los beneficios, es decir, a Infraiber.

Ruiz Esparza pactó beneficios para Infraiber: un contrato que le garantizaba a esa empresa cobrar 50 centavos por cada automóvil que circulara por alguna de las 12 autopistas que existen en el Estado de México. Y hay que precisar, originalmente el acuerdo era pagarle a Infraiber 25 centavos, pero el negocio así como estaba no era tan jugoso y por eso a los 5 meses le incrementaron a 50 centavos.

Dos años después de la firma del contrato, el gobierno del Estado de México lo canceló al darse cuenta de todas las triquiñuelas y de lo tramposa que es Infraiber al cobrar por un servicio que además, aún no prestaba. En realidad, como funciona la corrupción en México, se trata de algo más sencillo: los nuevos funcionarios no se vieron dentro del negocio y como Infraiber creyó que no tenía por qué repartir las utilidades con los nuevos "socios", decidieron actuar en consecuencia.

La empresa de Pedro Topete se indignó cuando le quitaron el multimillonario contrato (Raymundo Rivapalacio el periodista de El Financiero estima que los beneficios para Infraiber eran por 4 mil millones de pesos) y comenzó a presionar para que se lo devolvieran. Lo primero que hizo fue romper con su benefactor, Ruiz Esparza, quien nada pudo hacer frente a la decisión del gobernador Eruviel Ávila de no permitir ese negocio turbio, y culparon a la empresa OHL de haber sido los responsables de su mala suerte.

A pesar de que Ruiz Esparza fue el que le dio el jugoso negocio a Pedro Topete, el hombre al que un sector de la prensa presenta como "adalid de la lucha contra la corrupción", cuando el problema hizo crisis, el ahora titular de SCT se declaró ajeno al tema y dijo que lo que sabía es que la razón principal del rechazo y por lo tanto de la no suscripción del contrato, era el cobro de hasta 50 centavos por cruce vehicular, "costo fuera de mercado, sin justificación alguna, que hubiera tenido que ser pagado por los usuarios de las autopistas”. Sin embargo, nada dijo que fue durante su mandato como funcionario estatal que se concedió ese jugoso negocio a Infraiber.

Ruiz Esparza está al frente de la SCT federal, a cargo del proyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, así que no es de extrañarse que con el paso del tiempo nos enteremos de otros convenios otorgados a empresas creadas al vapor, para beneficiarlas con obras sin licitar y por el cual, desde luego, lo hace por una tajada, que en estos casos no es del 10 por cierto, pues la ambición de los funcionarios del primer círculo peñanietista ya vimos que no tiene límites.